Hasta el pasado 4 de enero de 2012, la participación política de Oscar Morales se había limitado a votar. Pero ese día, este colombiano de 33 años se convirtió, en un abrir y cerrar de ojos, en el promotor de una de las marchas mundiales más exitosas contra las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC).
Su iniciativa, con la que “sólo pretendía juntar firmas”, fue incluir en el sitio Facebook la campaña Un Millón de Voces contra las FARC. La propuesta, sin embargo, superó con creces sus expectativas y, un mes más tarde, terminó movilizando a más de cuatro millones de colombianos en el país y en otras 130 ciudades del mundo contra el grupo guerrillero.
Algo está cambiando en nuestra sociedad. Mientras el desprestigio de los partidos crece cada día, la ciudadanía es cada vez más activa en la defensa de sus derechos sociales, participan cada vez más en política y están más abiertos a mostrar sus ideas y defender sus posturas. Simplemente están buscando otra forma de actuar y de hacer política, porque la sociedad cambia, y la política se hace dónde está la gente y hoy la gente está en la red. El ciberactivismo o militancia ideológica y social en la red, es una herramienta muy fuerte, que cada día cuenta con el apoyo de más y más gente. Es una forma más barata, rápida y sencilla de hacer llegar al ciudadano y hacer circular las ideas.
En los últimos años cada vez son más las personas que, a través de Internet, participan y se movilizan a favor de todo tipo de causas e iniciativas. A veces, esa acción se limita a un simple clic, ya que con sólo cliquear en una determinada página web, cualquier persona con acceso a Internet puede, desde cualquier lugar del mundo, mandar un e-mail de protesta, hacer una donación o firmar un documento para, entre otras cosas, exigir el cese de la violencia en Darfur, demandar el cierre de la prisión de Guantánamo, o reclamar el fin de la deforestación del Amazonas.
Ejemplos hay muchos. Recordemos que a través de la recolección de firmas online , la organización Amnistía Internacional logró que en Nigeria los jueces que habían condenado a Amina Awal a ser lapidada, revocaran la sentencia después de recibir nueve millones de firmas contra esa condena. En otra ocasión, 400.000 personas se pusieron de acuerdo por medio de Internet y saturaron de llamadas las centralitas de la Casa Blanca y el Senado nacional, lo que impidió que sus ocupantes hicieran llamadas. También en la última ola de protestas en Myanmar, en tanto, los monjes budistas y demás manifestantes lograron, a través de sus celulares, cámaras digitales y blogs, traspasar las redes de la censura del régimen militar y mostrar al mundo entero lo que estaba ocurriendo en el Tibet.
Todas estas acciones que nacen de la mano de Internet y de la unión de las personas en busca de los mismos objetivos, están revolucionando el concepto de participación social y política. ¿Puede el ciberactivismo cambiar el mundo? Creo que es pronto todavía para responder a dicha cuestión. Es un debate que durará años y que dará lugar a muchas opiniones encontradas. Entre los teóricos del tema no hay consenso sobre si realmente estas herramientas juegan un papel tan importante como dicen los ciberutópicos o por el contrario, como sostienen los ciberescépticos, todo esto se ha magnificado mucho.
Pero una cosa sí que está clara: las nuevas tecnologías cada vez están más presentes en los movimientos sociales y tienen un papel más activo en cualquier tipo de activismo. Estamos ante el nacimiento de un nuevo concepto de participación, una participación que no tiene fronteras, ni banderas, ni lemas, ni siglas y que está empezando a cambiar el mundo real.
08/10/2012
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