Cada vez que aparece un nuevo escándalo, en el que se evidencia la corrupción, o queda patente la ineptitud en forma de declaraciones del tipo “no votes, vota en blanco” para acabar con un sistema que lo ha puesto en el cargo que ostenta, la desesperanza nos invade. Y sale desde dentro de nosotros las ansias de promover cualquier acción encaminada a destruir ese aparato corrupto que nos tiene sumidos en la inequidad.
Es cierto que no podemos generalizar, pero aún así, y a pesar de que cada día nos lo ponen más complicado, hay que refrendar y buscar la manera de reencontrarnos con la política como la única forma de resolver de manera más o menos civilizada los conflictos de una sociedad. A pesar de lo denostada que está la política, sin ella no podemos resolver los problemas en los que nos encontramos hoy día.
La política siempre deja puertas abiertas. La política es el arte de lo posible, reza la definición clásica, pero también, dice Jesús Silva-Herzog, el arte de mover lo que parecía inamovible, una fuerza transformadora que lucha contra esa tendencia de toda sociedad a mantener el statu quo. Ahí donde parece que no hay salida posible, la política siempre abrirá una puerta por la cual transitar.
La política genera contrapesos. La gran virtud de la política es que con ella vienen implícitos los contrapesos. El que tiene el poder nunca tiene todo el poder, ni el que pierde el poder pierde todo el poder. Los contrapesos de la democracia son la mejor arma de la política para mantener los equilibrios que a la postre se convierten en estabilidad dinámica. Por eso, y a pesar del desprestigio de los partidos y de los grupos en el poder, a pesar de la desesperación y la desesperanza, hay que reivindicar a la política como la única forma posible de construir un futuro deseado y compartido. Hay que hacer política, en la empresa, en el barrio, en la casa, en la calle, en el Congreso, en el Ayuntamiento para volver a creer en la política y regresarle su sentido transformador.
Es por ello que ahora más que nunca se hace necesario que se produzca el tan necesario paso adelante de aquellas personas que aún creen en la política, en la defensa de una sociedad más justa e igualitaria y con la ilusión de saber que se pueden cambiar las cosas y con la idea clara de que ahora toca inventar un nuevo futuro.
No olvidemos que un nuevo futuro implica que hay que buscar permanentemente nuevos caminos para convertir los “imposibles” de hoy en los “posibles” de mañana y para ello, necesitamos la política.
30/10/13
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