Desde hace meses observo atónito como el clima de crispación se cierne sobre la ciudad de Madrid. En una estrategia de desgaste al Gobierno Central, la Presidenta de la Comunidad ataca con un discurso reaccionario impropio de un partido de gobierno pero muy habitual cuando el PP, a nivel nacional, está en oposición.
Desviando la atención de lo que verdaderamente importa, los ciudadanos afectados por el COVID-19, los casi 800 fallecidos desde que se levantó el Estado de Alarma Nacional, la falta de rastreadores, de médicos, de PCR y un sistema sanitario a punto de colapsar de nuevo, la estrategia de Ayuso ha sido la huída hacia el abismo en su batalla personal contra Sánchez.
Si ya de por sí, la imagen política que está dejando la Presidenta es lamentable, con una ciudadanía, la suya, la de Madrid, abandonada a su suerte y cada vez más cabreada y asqueada, la subida del tono gamberro y tabernario de las últimas semanas empieza a rozar el esperpento. Con presidentes autonómicos del PP que ya reniegan en público de Aysuo, la Presidenta se ha lanzado a una suerte de bufonadas y eslóganes baratos que causan risa en la mitad del país y asombro en la otra mitad.
Mientras la capital de España sigue siendo el foco del Coronavirus en toda Europa, la Presidenta pone en marcha una campaña cuya música nos suena mucho, haciendo apología al nacionalismo “…Madrid es España dentro de España…”, buscando enemigos donde no los hay “…Cierran Madrid porque el Ministro es Catalán…”, deslegitimando al Gobierno Central “…La declaración del Estado de Alarma en Madrid es un golpe de estado a las libertades…”, y la construcción de un relato donde su comunidad es diferente al resto “…tratar a Madrid como al resto de comunidades es muy injusto…”.
Y sí, digo que la música del relato artificial de la Presidenta de Madrid nos suena mucho, porque es el mismo que utiliza el independentismo catalán para argumentar un referéndum de autodeterminación.
Quiero creer que, cuando los asesores políticos del PP diseñaron esta escalada de tensiones, no cayeron en la cuenta de que soltar el unicornio mental para que campe a sus anchas por las espesas llanuras de la verborrea incendiaria, se podría terminar construyendo un relato muy estilo “indepe”, cosa que me parecería un error de cálculo histórico.
Pero si lo hicieron, siendo conscientes de lo que estaban haciendo y hasta donde querían llegar, simplemente me parece una canallada. Mientras tanto, en Madrid la gente sigue muriendo por Covid, y a día de este artículo, ya suman 9.789.
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