Cuando la propaganda del gobierno de Rajoy se pone a toda máquina, la corrupción desaparece del mapa nacional, la felicidad se adueña de las calles y el único mensaje oficial existente es el de recuperación, recuperación y más recuperación.Unos se afanan en señalar que en esas calles no solo no hay felicidad que valga, sino un evidente empeoramiento de las condiciones de vida, muy a pesar de los 3 euros mensuales que le han subido al salario mínimo o el 0, 25% de los pensionistas. Para llegar a esta conclusión bastaría con vivir en el mundo real, hablar con los amigos o experimentar a diario de qué la vaina en el puesto de trabajo.
Otros, expertos en las cifras de la macroeconomía, ratifican los datos que van mejorando, pero aclaran que esta mejoría se debe a la imposibilidad de caer más bajo. Y aquí es donde entra el concepto que nos ocupa.
Se entiende por rebote del gato muerto (dead cat bounce, en inglés) al comportamiento en el que los mercados, tras una caída importante, experimentan una subida en un determinado momento de tiempo. Sin embargo, esta subida se hace de una forma poco sostenible y, por tanto, las caídas se suceden de nuevo.
La expresión tiene su origen en Wall Street. Comenzó a utilizarse por los operadores de bolsa al inicio del colapso de octubre de 1987, cuando la mayoría de los mercados de todo el mundo se desplomaron durante un breve período de tiempo. Este comportamiento conlleva que muchos inversores, tras la incipiente bajada, consideren que el precio ya ha caído lo suficiente y que lo natural sería la subida, lo que motiva a comprar acciones a bajo precio que, después, se desmoronarán aún más.
Es prácticamente imposible saber a priori si la subida en las cotizaciones se debe a un rebote del gato muerto o no, por lo que siempre que se divisen datos positivos tras una gran bajada surgirá la misma duda, de si es una recuperación real o no.
¿Estamos ahora en ésta situación? Y, de ser así, ¿qué le espera a ésa persona que cada vez vive con menos en las futuras caídas?
04/01/15
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