El 14 de abril, celebramos el 83 aniversario de la proclamación de la 2ª república española. No es algo trivial la celebración de esta efeméride, ya que el cambio de régimen político supuso una revolución de la sociedad española en todos sus aspectos, propiciando las bases del modelo democrático que disfrutamos hoy día.
Con la instauración de la II República en España, llegó por fin el sufragio universal al incorporar el voto femenino recordando, como no puede ser de otra manera, la lucha de Clara Campoamor, Victoria Kent o la primera ministra Federica Montseny. El derecho al divorcio y la institucionalización del matrimonio civil. La separación de Iglesia y el estado, y la no discriminación por condición religiosa. La libertad de prensa sin veto ni censura de ningún poder. La ampliación de derechos y libertades. Una reforma militar en toda regla que ponía a los mandos militares a las órdenes del gobierno y no viceversa.
La aprobación de los primeros estatutos de autonomía que reconocían la realidad plurinacional de la nación española con el reconocimiento de las lenguas vernáculas y el principio de elección y movilidad de todos los cargos públicos, incluido el jefe del Estado, fueron unos avances de tal magnitud que hoy día no hemos sido capaces de igualarlos.
Pero hubo más, en el momento en que la II República Española se vio truncada, se intentaba instaurar una cultura de paz entre la población y se dejaba la puerta abierta a la posibilidad de nacionalizar los servicios públicos para garantizar el bienestar de la sociedad y que venía recogido en el propio articulado constitucional del 9 de diciembre de 1931.
Una constitución, por cierto, que nos situó en la vanguardia de los países de tradicional cultura democrática. Por primera vez en nuestra historia, se proclama que la soberanía reside en el pueblo del que emanan todos los poderes de los órganos de la República. Se incorporan a nuestro ordenamiento jurídico las normas internacionales que tenían su origen en el Convenio de La Haya sobre las leyes y costumbres de la guerra, por obra y gracia de unos legisladores avanzados y profundamente implicados con los valores universales de la democracia.
Que la II República se anticipara en más de 15 años a las modernas corrientes del Derecho Internacional, son un claro ejemplo del potencial que pudo haber desarrollado aquella sociedad española. Pero sobre todo se dieron pasos de gigante para crear una verdadera sociedad del bienestar al igual que estaba ocurriendo en el resto de democracias europeas. Se realizó una reforma agraria sin precedente en todo el continente que intentaba dar trabajo y sobre todo alimento a las ingentes cantidades de jornaleros de las zonas rurales, a través de la nacionalización de tierras hasta entonces improductivas en manos de grandes señores a los que no les importaba el sufrimiento del prójimo.
Los sucesivos gobiernos republicanos hicieron notar su voluntad política en pro de la cultura, la investigación científica y las instituciones educativas. Aquellos visionarios sabían que la cultura era el elemento diferencial para evolucionar hacia una sociedad mejor. La salida estaba en los libros, en disponer de una instrucción elemental que alcanzara a la mayor proporción posible de la ciudadanía.
De ahí, el gran esfuerzo de la República para lograr ciudadanos críticos, inteligentes e independientes y que influyó en la aparición de una rica producción cultural y científica que obtuvo un amplio reconocimiento internacional, con personalidades de primera línea en las artes plásticas, la literatura, la cinematografía y la ciencia como Pablo Picasso, Antonio Machado, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Miguel Hernández, Luis Buñuel, Severo Ochoa y un largo etcétera.
No podemos dejar de señalar la reforma sanitaria que intento universalizar la atención ciudadana y en la que primó el estudio e investigación de las enfermedades que causaban más mortandad y de los posibles tratamientos para combatirlas. eslabónVemos la cantidad de reformas que la segunda república española intento realizar para mejorar la calidad de vida de la sociedad española y que de no ser por la violencia de los que no creen en la democracia, hubiesen supuesto situar a España a la cabeza de los avances sociales en Europa.
En conclusión queremos hacer un alegato a la obra de la 2ª República Española, a sus dirigentes, y ciudadanos que, en una sociedad paupérrima y con medios muy inferiores a los actuales, intentó construir un auténtico estado social y todo ello con multitud de inconvenientes económicos y políticos mucho mayores que los actuales.
Y para finalizar, no podemos olvidar que nuestra actual democracia no surge de la nada, es el producto de la lucha de los partidos políticos, sindicatos y agentes económicos y sociales que construyeron la II República junto con nuevas generaciones que ansiaban las libertades que disfrutaban sus conciudadanos europeos. Sin pasado no hay mañana. Y desde aquí, nuestro más sincero y sentido tributo y reconocimiento a nuestro más inmediato eslabón democrático en la historia de España. ¡La II República!
14/04/15
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