El populismo es un estilo de gobernar más que una ideología política. Por esta razón, es difícil identificar un vínculo entre una posición política en particular y el populismo. Sin embargo, es posible establecer una serie de factores que caracterizan la mayoría de gobiernos populistas.
Por lo general, el populismo nace de un líder carismático, que es percibido como parte del pueblo, y que como parte de este, entiende sus problemas y dificultades. Los líderes populistas se mantienen en el poder precisamente por medio de su popularidad, y ésta la adquieren llevando a la práctica las propuestas programáticas de sus discursos. Por esto, es necesario para ellos implementar políticas que favorezcan al pueblo. El populismo como tal, es un arte que requiere de la fortaleza, la inteligencia y la capacidad necesaria para guiar las políticas que la ciudadanía demanda.
Sin embargo, y como todo en esta vida, la moneda del populismo también tiene otra cara menos habitual. Históricamente, los líderes populistas siempre han mostrado una afinidad por políticas izquierdistas, sin embrago, más recientemente han aparecido líderes populistas que han implementado políticas inconfundiblemente de derechas, particularmente en al área económica. Este fenómeno de reciente aparición ya ha sido acuñado por diversos analistas políticos como Neo-populismo. O lo que habitualmente se conoce por estos lares como “populismo barato”.
Aunque el estilo continúa siendo el mismo, lo que diferencia un líder neo-populista de un líder populista es su política económica. El neo-populista antepone la situación económica a cualquier otro aspecto de índole social. Ante la aplicación de una medida que perjudica gravemente a la ciudadanía, es capaz de responsabilizar a otros de sus propias decisiones, generalmente a otros gobiernos anteriores o incluso a gobiernos de su propio partido, obviando estructuras partidistas que pasan a un segundo plano para convertirse en movimientos de apoyo al líder.
¿Cómo reconocer a un neo-populista o populista barato? Muy sencillo. El neo-populista se caracteriza por el empleo de una retórica que siempre distingue entre “buenos” y “malos” o al “pueblo” de sus “enemigos”. “Mi pueblo” o “mi gente” y “la situación heredada” son las frases más recurrentes en sus discursos o interpelaciones.
Se identifica también por la teatralización de sus discursos en sus apariciones públicas, de tal manera que sus grandilocuentes afirmaciones terminan pareciéndose poco a la realidad. Defenderá a capa y espada la resolución de la situación económica a cualquier precio, y recortará en servicios para discapacitados, en deportes y en cultura. Cerrará escuelas, privatizará servicios y apoyará los recortes salvajes contra los trabajadores porque la situación lo requiere. Pero no se preocupe usted querido lector, porque allí estará él para vestirse de amarillo, azul, verde, naranja o lo que haga falta, para así demostrar que está “con su gente”.
En definitiva, usted reconocerá rápido a un populista barato porque le escuchará decir que quiere mucho a “su gente” y siempre los apoya, pero tiene que hacer todo lo contrario a lo que prometió, porque la culpa es de la “situación heredada”, generada por los “malos” que van contra “mi pueblo”.
22/06/2013
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