20 de Noviembre de 2011: ese día no sólo se celebraba, si acaso se celebraba, el 36 aniversario del fallecimiento del dictador, sino que también era día de elecciones. Ese mismo día los españoles, de forma democrática, deciden otorgar su confianza a un gobierno de derechas que durante los años oposición decían tener la receta para curar todos los males de este país.
Pero, cien días de gobierno han sido suficientes para conocer el patrón de trabajo del Gobierno del PP que puede recibir cualquier adjetivo menos esperanzador. Sus despropósitos, engaños, mentiras y recortes de derechos y libertades culminan con una huelga general el 29 de marzo de 2012. Nada parecía amedrentarles. Es más, se reafirmaban en continuar defendiendo lo indefendible, en seguir gobernando de espaldas a la realidad. Siguen manteniendo que su premeditada actuación es producto de la necesidad y la nefasta herencia socialista. Creen y dicen, sin temblarles la voz, que no darán un paso atrás.
Un puñado de votos, producto de una injusta y vigente ley electoral, dieron el 20N la mayoría absoluta a un partido de derechas que parecía que conocía la manera de salir de la crisis. No se equivocaron, conocían su particular forma. Sólo que no supimos vacunarnos a tiempo y el virus nos atacó. Con esa holgada mayoría este gobierno se cree dueño y señor de España. Entienden que obtuvieron el respaldo necesario para, según ellos, “gobernar”. Consideran que la papeleta era un cheque en blanco y ahora las quejas y sugerencias las tomarán en cuenta en el 2015, cuando se tengan que dirigir a los ciudadanos para renovar el mandato.
La reforma laboral impuesta por decretazo en febrero de 2012 ha sido la cúspide de esta montaña de despropósitos y mentiras. Bajo la lluvia del desempleo e intentando usar el paraguas del fomento del empleo han ido haciendo recortes de derechos laborales sin razón ni motivo. Hasta ahora, el punto de partida en el derecho laboral era tener en cuenta que en el contrato de trabajo la parte débil era el trabajador, y éste por tanto, necesitaba protección. Sin duda, ahora cobra más fuerza esa idea.
La reforma laboral parece estar orientada a proteger al empresario frente al monstruo del trabajador que sin causa que lo justifique se queja de forma desmedida. Por eso, abaratar el despido, modificar las condiciones laborales unilateralmente y prolongar abusivamente el período de prueba no son más que medidas que intentan acabar con el ogro malo del trabajo: el pobre trabajador. Ya lo decían integrantes del gobierno que estábamos ante una gran reforma sin precedentes en España. ¡ Y tanto!. Nunca, ningún gobierno, había legislado tan de espaldas al trabajador. Nunca se habían recortados tantos derechos sin razones o con la excusa de “crear empleo”.
Aún así cree el Presidente del Gobierno de España que, como los padres con los hijos, es titular de la “patria potestad” de los españoles y actúa en el buen camino para convertirnos en europeos con futuro. Se considera educador y las medidas tomadas son inevitables y forzosas para mejorar el entorno y convertirnos en ciudadanos de provecho. Ya sabemos su frase, es cuestión de “apretarnos el cinturón”. Lo que no esperaba el Sr.Presidente es que esos a los que él intenta tratar como hijos, son rebeldes y no están dispuestos a funcionar redireccionados y guiados sin explicación o motivo justificado.
Por eso, el pueblo habló. El Sr. Rajoy y su gabinete no lo ven, pero el pueblo se ha mostrado. El 29 de Marzo, en multitudinarias manifestaciones por toda España se puso de manifiesto un NO rotundo a una reforma laboral injusta, abusiva, ilegal, arbitraria, desmedida, excesiva… ¿No es verdad que una imagen vale más que mil palabras? Pues para imagen la del 29M donde los ciudadanos, nuevamente, dice NO a los recortes. Dicen NO a que la crisis la paguen los que la sufren. Y dicen NO a un gobierno autoritario que cree tener la razón absoluta e inequívoca por contar con una amplia mayoría.
Es hora de que gobiernen mirando al ciudadano y teniendo en cuenta sus propuestas, quejas, manifestaciones y opiniones. Es el momento de que escuchen y vean que los miles de ciudadanos que salieron a la calle también quieren poner fin a esta angustiosa crisis económica pero no a cualquier precio. Quieren poner fin a esta realidad sin estar bajo el yugo de la opresión.
¿Acaso es necesario recortar derechos y libertades para acabar con la soga de la maltrecha economía que tantos cuellos ahoga? ¿Es preciso retroceder en derechos adquiridos para crear empleo? ¿Sólo de esta manera se reduce el número de parados? ¿Es ésta la única forma de salir del agujero económico en el que estamos inmersos? Sin duda, una imagen vale más que mil palabras.
Noemí Navarro.
18/10/2012
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