¡Magistral!, es la única palabra que tengo para describir el falso documental #OperaciónPalace con el que el periodista, Jordi Évole nos deleitó en la sexta. Lo reconozco, con la boca abierta y cara de circunstancias, me creí a pies juntillas lo se proyectaba en televisión. Al final, todo el documental fue una mentira con una puesta en escena espectacular gracias a la colaboración de quienes participaron en su realización.
Al más puro estilo Orson Welles, con su adaptación radiofónica de “La Guerra de los Mundos” que hizo creer a los americanos que iban a ser invadidos por extraterrestres y generó el pánico nacional allá por los años 30, Jordí Évole nos mostró que en nuestro país también podemos caer en una “trampa” de esas características. Tras el shock que se produjo al descubrirse la verdad, los ataques y odas al periodista no se han hecho esperar en las redes sociales, y una minoría ha sido la que se han parado a pensar en la lección que nos ha querido transmitir el periodista.
La facilidad con que los medios de comunicación nos pueden engañar, creando falsas realidades o reescribiendo la historia según los dictados de los más interesados, así como la necesidad, por no decir obligación de cada persona, de hacer un ejercicio de filtración de toda la información que nos llega, es la primera reflexión que debemos hacer. Una reflexión que, por ejemplo, es muy válida para observar lo que está ocurriendo en #Venezuela o en #Ucrania en las últimas semanas. En definitiva, en un mundo tan globalizado y con la facilidad con la que se transmite información ¿Qué es verdad y qué es mentira?
Tras esa primera reflexión surge la duda de si todo lo que se dijo en ese documental es cierto o no. La mejor manera de esconder una pequeña verdad es meterla dentro de una gran mentira. Quizás, entre tanta información, se lanzó algún pequeño dato nos pudiera dar una pista para enfocar lo que pasó realmente aquel día. Es especular demasiado vale, aunque yo sí tengo claro que entre tanta mentira puede que se dijera alguna verdad. Como por ejemplo que a Garci le regalaron el oscar que obtuvo años después. Dejando la broma a un lado y con todos mis respetos para José Luís Garci. ¿Qué hay de cierto o de falso en lo que se contó en ese documental? ¿Está la sociedad española para saber con total transparencia qué ocurrió en los días previos al intento de golpe de estado del #23F?
En otro orden de cosas, teniendo en cuenta que al periodista no se le permitió acceder al sumario del #23F como así aseguró, creo que el estado no contribuye precisamente a aclarar este tipo de sucesos. Con su silencio lo único que hace es generar más incertidumbre si cabe y permite el desarrollo de teorías alternativas y conspiraciones que no benefician precisamente a la propia democracia. Necesitamos una verdadera ley de transparencia que permita la desclasificación total de documentos sin que tenga que pasar tanto tiempo desde que se producen los sucesos. Sin duda, es una herramienta más que permitiría anclar una democracia como la española que ya es adulta. Pero claro, volvemos al interrogante de la reflexión anterior ¿Está la sociedad española preparada para conocer toda la verdad?
Y para finalizar, no podemos dejar a un lado la repercusión que tienen las redes sociales en la propagación de la información manipulada y de la facilidad con la que se realizan afirmaciones en las mismas. Otra de las repercusiones que tuvo el programa de Évole fue la cantidad de tuits y estados de facebook que se borraron esa noche y el mal trago que supuso para todas aquellas personas que estaban comentando lo que en ese momento estaban viendo. Desde periodistas hasta políticos, la mayoría de la ciudadanía estaba dando por sentado lo que estaba viendo y estaba propagando dicha información como si de un viral se tratara. Para ser honestos, aquí también me incluyo y la lección sirve también para reflexionar sobre las afirmaciones y planteamientos que tan alegremente se hacen en las redes sociales.
En definitiva, el falso documental Operación Palace que emitió la sexta, lejos de ser una broma de mal gusto como muchos han comentado, ha sido un experimento sociológico que nos ha enseñado las carencias de una sociedad poco acostumbrada a cuestionarse las cosas y mucho menos, su veracidad. Sin duda, debe servir para remover conciencias aletargadas y hacer reflexionar a la ciudadanía de que hay que cuestionarse toda la información que nos llega, y también debe servir para darnos cuenta del impacto social y mediático que tienen las redes sociales y del cuidado que hay que tener a la hora de hacer afirmaciones en las mismas
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