Lo que sucede estos días en Venezuela no es más que un intento de golpe de estado por parte de la oposición conservadora, la misma que ha sufrido dos derrotas electorales seguidas tras la muerte de Hugo Chávez. La última con mayoría absoluta.
Tras las elecciones del 14 de abril de 2013, donde el Partido Socialista Unificado de Venezuela arrasó con una aplastante mayoría absoluta, y tras varias denuncias de fraude electoral que se demostraron que eran falsos y numerosas manifestaciones de sus seguidores, al líder opositor, Enrique Capriles, no le quedó otra que aceptar su derrota. Es curioso, la derecha sólo acepta la democracia si está en el poder. Cuando está fuera, le vale todo para recuperarlo. En casi todos lados. ¿O no nos acordamos que Aznar llegó a la política mintiendo y se fue mintiendo?
Desde entonces, la oposición ha intentado desestabilizar el país mediante numerosas y violentas manifestaciones con la intención clara de derrocar al gobierno. No están dispuestos a esperar que la coyuntura les dé una oportunidad electoral. Siempre tienen prisa y si tienen que dejar muertos en la cuneta para presionar y confundir a la opinión pública, lo harán.
La derecha venezolana, en su desesperado intento de llegar al poder para hacer sus negocios con los grandes lobbies americanos que le están apoyando, no se está dando cuenta del terrible daño que le hacen al país, tanto en su desarrollo interno como en su imagen exterior.
En Venezuela no hay enfrentamiento entre bandos ni se está a las puertas de una guerra civil como se pretende vender. En Venezuela hay un Gobierno legítimo elegido por la voluntad popular en las urnas y una minoría que no está dispuesta a dejarle gobernar. En Venezuela hay un pueblo que quiere escribir su propio futuro abrazando la solidaridad de los pueblos latinoamericanos y lejos de las imposiciones de EEUU y también existe una minoría que quiere imponer un futuro diferente, donde los intereses extranjeros prevalezcan sobre el propio pueblo.
Amigas y amigos, el pueblo de Venezuela ha dado su apoyo a Maduro. Y lo ha hecho en las urnas y bajo verificación de la ONU. Por tanto, Nicolás Maduro tiene la obligación de velar por la democracia y la libertad y debe hacer valer la voluntad de un pueblo que libremente ha dado su apoyo al gobierno. Y la obligación de la derecha venezolana no es otra que fiscalizar, bajo los parámetros democráticos, las acciones que realiza el gobierno.
No estaría de más que la derecha venezolana dejaran al Gobierno gobernar y que intentaran hacer una oposición que se centrara en señalar las deficiencias de la gestión de Maduro e ir preparando un modelo de país alternativo que convenza a las mayorías. Sería la única manera de que ganaran credibilidad tanto dentro como fuera del país.
Sin embargo, ¿Cuál es su alternativa? Destinar 120.000 millones de bolívares, unos 15.000 millones de euros, para intensificar la desestabilización del país con saqueos, protestas violentas y asesinatos mediante sicarios, mientras preparan al “hombre de la transición» cuando caiga el gobierno elegido democráticamente, como así se ha denunciado en una televisión estatal del país, la cual ha publicado una grabación de audio hecha por la policía en la que dos militantes de la oposición, un militar retirado y un sociólogo asesor de Ramón Guillermo Aveledo, secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad, hablan de los planes que tienen para tumbar al gobierno.
16/02/14
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