París quedó paralizado anoche por al menos seis atentados simultáneos que provocaron casi dos centenares de muertos, en un primer balance provisional. El primero de los escenarios fue el estadio de Francia, donde se produjeron explosiones en sus inmediaciones. El presidente Hollande, que asistía al amistoso entre Francia y Alemania, tuvo que ser evacuado mientras los espectadores permanecían en el centro del campo, sin poder salir del recinto. El segundo de los atentados fue en una sala de espectáculos donde actuaba un grupo musical, con decenas de rehenes en su interior. Y los restantes, en una cafetería y otros lugares públicos donde los terroristas pertenecientes a un grupo islamista radical dispararon indiscriminadamente contra los ciudadanos.
Sean cuales sean los motivos de su acción, no hay justificación posible a una masacre de estas características, que vuelve a poner de relieve la vulnerabilidad de nuestras ciudades y de nuestro modo de vida frente a la barbarie de un nuevo tipo de guerra que no tiene países ni ejércitos.
Ahora es el momento de solidarizarnos con todas las víctimas de la capital francesa y hacer llegar nuestras condolencias a sus familias en medio del estupor que nos embarga. París hoy somos todos. Lo único que cabe decir es que todos los países de la Unión Europea y del mundo civilizado deben unir sus esfuerzos para acabar con la lacra del terrorismo, porque lo que hoy sucede a cientos de kilómetros de nuestros hogares, puede ocurrir mañana a unos pocos metros de donde nos creemos seguros.
El terrorismo golpea cuando y donde menos se le espera. Y para derrotarlo hay que responder con la unidad de todas y cada una de las fuerzas políticas, con un trabajo de coordinación mundial para acabar con esta lacra global. Con racionalidad y coherencia, hay que utilizar el mejor arma que tenemos los demócratas a nuestra disposición. El Estado de Derecho, que nos permitirá combatirlo desde todos los frentes y en todos los rincones del planeta.
La persecución de los servicios secretos para llevarlos ante los tribunales y la asfixia económica como medidas para luchar contra este fenómeno global, será el mejor homenaje que se les puede dar a quienes han perdido su vida de manera trágica e injusta.
En memoria de todas las víctimas del atentado de París del 14 de noviembre de 2015. Su recuerdo permanecerá con nosotros. Una parte de nosotros ha muerto con ellos.
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