En las últimas semanas estamos viviendo el nacimiento de nuevas propuestas políticas, tanto en el ámbito de la creación de nuevas formaciones como en el de la renovación estructural de otras con mucho más recorrido.
Son los primeros pasos que se están dando como respuesta a la irrupción en la escena pública de grandes manifestaciones populares o al nacimiento de nuevos movimientos sociales que alertan acerca del inmovilismo de los partidos políticos y exigen mayor transparencia, más energía contra la corrupción y una forma de gobernar más eficaz y cercana a las demandas ciudadanas.
En esta línea, el anuncio hecho por los socialistas de poner en marcha un sistema de primarias abiertas, es una respuesta clara de las demandas ciudadanas, y también un primer paso en busca de la forzosa adaptación a las transformaciones sociales ante la grave desafección general de los últimos tiempos.
De esta manera, los socialistas, cuya imagen y credibilidad quedó reducida a mínimos históricos tras la nefasta gestión de la crisis económica, en la segunda legislatura del gobierno de Zapatero, cogen el testigo de la acción política y la regeneración democrática al dar este paso adelante, inédito en el panorama político español, pero con precedentes exitosos en otros países. De hecho, en 2011, Hollande fue candidato a la presidencia de la República francesa después de competir con cinco compañeros más en unas primarias abiertas a doble vuelta en las que participaron todos los ciudadanos que quisieron, luego de firmar la adhesión a los valores de la izquierda. La extraordinaria movilización electoral que se produjo en esas primarias fue la misma que meses más tarde aupó a los socialistas al Elíseo.
Las primarias abiertas, por tanto, no solo van a contribuir a ampliar la base social de los partidos y de la propia participación democrática, sino que van a permitir la implicación de más ciudadanos en más decisiones colectivas y generará importantes expectativas de cara a una cita electoral, con el aumento de la participación que ello pudiera suponer.
Pero no todo iba a ser odas a las listas abiertas, como era de esperar. El órdago lanzado por los socialistas es de tal magnitud, que ha cogido a muchos partidos políticos con el pie cambiado, incluso, a quienes compiten en el mismo espectro electoral. En este sentido, es curiosa la respuesta dada por IU. La formación de Cayo Lara ha salido a la palestra con una serie de declaraciones, acerca de las primarias abiertas, que entran en conflicto con la estrategia que han seguido de poner en valor las asambleas de barrio, el propio movimiento 15M y los movimientos de democracia de base, dejándoles en evidencia y dándole la razón a quienes han denunciado su intento de politización de los movimientos nacidos tras la crisis.
Pero volviendo al tema en cuestión, en política hay expectativas que se vuelven irreversibles porque, una vez lanzada la idea, adquiere proporciones tan descomunales que ya no cabe en el receptáculo que la emitió. Y sin duda, a los socialistas les ha pasado con las primarias abiertas. El reto es gigantesco, tanto en el aspecto orgánico, cuya preparación es muy compleja, como en el aspecto económico, cuyo coste es muy elevado. Pero una vez lanzada la idea, ya no hay vuelta atrás.
En definitiva, la política, la de verdad, está fuera de los partidos y de las instituciones y reclama su espacio. Las primarias abiertas no son el remedio a todos los males, pero son un primer paso imprescindible, reclamado por una sociedad que se organiza en torno a nuevos movimientos sociales más críticos y participativos. Es un primer paso que, como todos, es clave para la supervivencia de aquellas organizaciones políticas que sepan leer las señales de cambio y adaptarse a las nuevas realidades.
Negarse a las mismas es abrirle las puertas a la fagocitación social de aquellas organizaciones que se empeñan en mantener una falsa panacea utópica derivada del purismo marxista, que quizás era correcta en un marco conceptual teórico del siglo XIX, donde existía una única verdad que emanaba de cada partido, pero que se ha quedado anquilosada en una sociedad compleja como la actual, mucho más informada y con criterio propio sobre los asuntos públicos que le afectan.
24/01/14
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