Desde que este país asumió el actual sistema democrático, la alternancia en los gobierno se produce por desgaste y por las decisiones erróneas del partido gobernante y en pocas ocasiones por la presentación de propuestas alternativas que lleve a los ciudadanos a votar masivamente a esas opciones políticas.
Se hace más sencillo destruir que construir y más útil para tener la repercusión mediática necesaria. De hecho, incluso se dan circunstancias inverosímiles en las que los partidos que ostentan el gobierno están constantemente atacando a la oposición, con auténticas piruetas argumentales que intenten justificar esos ataques.
Estos hechos, unidos al descredito cada vez más generalizado de los políticos debido a los constantes casos de corrupción, desconocimiento de la realidad y toma de decisiones sin tener en cuenta al ciudadano, hacen que la gente esté harta de los políticos y cansada de la política.
Vivimos en un momento en el que nuestra sistema democrático tal y como lo conocemos, muestra graves signos de fatiga y agotamiento, justo en este momento en el que más necesario se hace un modelo de convivencia que sirva de paraguas para solventar los problemas de las personas que peor lo pasan.
Estamos asistiendo en primera persona a tiempos de crisis y de amenazas, pero también a los de la oportunidad para cambiar el modelo y reiniciar el sistema. Los cambios siempre se han producido en la base, y los municipios y ayuntamientos tienen mucho que decir y aportar a esos procesos de cambios exigidos por todos y cada uno de nosotros.
Pero para ello se hace necesario un nuevo proyecto, que sea claro en su forma y en su fondo y concreto en la forma de su desarrollo. Un equipo que sea capaz de creer, porque para cambiar las cosas hay que empezar a creer que se pueden cambiar. Se necesita un nuevo impulso político y una nueva hornada de políticos jóvenes y no tan jóvenes con mentalidad de progreso y conscientes de los cambios que se avecinan, los cuales serán fundamentales.
Ese impulso de cambio no lo puede liderar el actual grupo de gobierno de Ingenio formado por el PP y Agrupa Sureste. ¿Por qué? Porque un gobierno municipal que a falta de menos de dos años para la próxima cita electoral ya se siente derrotado y que deambula sin proyecto, sin ganas y sin ilusión, no está preparado para poner en marcha los cambios profundos que nuestros conciudadanos demandan. No se trata de partidismo, se trata de una realidad.
La imagen de derrota que transmite el gobierno municipal es una realidad palpable por la ciudadanía, y la única respuesta que reciben es la repetición continua del argumento de: “…no somos del PP, somos del PP de Ingenio…”, en un intento desesperado de salvar su gobierno. Un argumento, por cierto, cuanto menos rocambolesco ya que es lo mismo que decir: “yo no soy hijo de mi madre, sino nieto de mi abuela”.
Se hace necesario que el nuevo equipo de gobierno que surja de las próximas elecciones, tenga la estabilidad necesaria para ilusionar con propuestas, con formas de actuar, con compromiso de cumplimiento del programa electoral, haciendo un verdadero ejercicio de reinvención y capacidad de gestión eficaz a corto plazo y un proyecto claro de futuro a veinte o treinta años. En definitiva, un nuevo gobierno que sea capaz de transmitir que existen otras formas de hacer las cosas.
13/10/13
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