La grave crisis que padecemos en España tiene muchas similitudes con las penurias que pasaron los norteamericanos en el crack de 1929. Al igual que en nuestros días, por aquel entonces el desplome de la economía provocó una caída sin precedentes del consumo, un descomunal paro, un incremento de la pobreza y sobretodo de una política de recortes que incentivó la caída en picado de la actividad productiva.
Es cierto que el crack de 1929 y la crisis actual no son la misma cosa, pero hay detalles que deben tenerse muy en cuenta. En líneas generales, lo que hace diferente a una crisis de otra es el sistema monetario utilizado, ya que en 1929 se basaba en el patrón oro, que impedía que la Reserva Federal aumentara la liquidez del sistema si no aumentaban previamente sus reservas de ese metal.
Como el oro en manos de la Reserva Federal no aumentó, no se pudo imprimir el dinero que desaparecía por culpa de las quiebras bancarias. En el 2008, cuando estalló oficialmente la crisis, los bancos centrales de todo el mundo estaban imprimiendo dinero para dotar al sistema financiero de liquidez.
La gran similitud que encontramos en ambas crisis, que es el verdadero objeto de análisis, es el entorno y las soluciones a aplicar. La libertad absoluta del mercado sin ningún tipo de control gubernamental, así como la especulación sin límites generó, en ambos casos, una burbuja que terminó estallando sin remedio. Y en las dos crisis, la solución que se ha planteado es la misma; salvar la situación bancaria a cualquier precio.
Por tanto, el actual escenario en el que nos encontramos hace que nos cuestionemos ¿Cómo resolvió la grave situación que provocó el Crack de 1929 el gobierno de los EEUU? Para responder a esa pregunta, lo mejor es que nos repasemos la historia con el objetivo de aprender de las decisiones tomadas, en circunstancias similares, por la nación más importante del planeta.
En 1933 Franklin D. Roosevelt llegó a la presidencia de los Estados Unidos y entre las múltiples herencias de la administración de Herbert Hoover, se encontraba la creación, meses antes, del “Federal Home Loan Bank”, que no dejaba de ser un “banco malo” cuyo objetivo era proporcionar los fondos federales para los bancos con problemas con el mercado de la vivienda privada. Casualmente, el mismo escenario que estamos viviendo ahora con la creación, por parte del Gobierno de Rajoy, del SAREB. La Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria.
El SAREB, es una entidad que, con fondos públicos, se hará cargo de todas las viviendas que tienen los bancos, a precio de antes de la crisis, para que las entidades de crédito puedan cuadrar sus balances anuales y no declarar la quiebra técnica.
Ante esa situación, el Presidente Roosevelt tenía dos opciones, o llevaba a cabo una política continuista o por el contrario daba un golpe de timón a la realidad económica y social del país. Por suerte para los americanos, y así lo ha demostrado la historia, el Presidente decidió cambiar el enfoque ante la crisis.
En apenas cien días de gobierno promulgó 15 leyes que pretendían reactivar el consumo mediante la subvención a la industria y el intervencionismo estatal. Lo que se conoció como el “New Deal”, dejó a un lado las políticas restrictivas de recortes. Entre sus objetivos estaba también el socorrer a los propietarios de viviendas en apuros, que a causa de la situación en que se encontraba el país, no podían pagar las hipotecas.
Para ello, en 1933 creó la “Home Owners Loan Corporation” o Corporación de Préstamos a los Propietarios de Viviendas, y cerró el “banco malo” creado por su antecesor apenas un año antes. Con esa decisión, los fondos federales dejaron de destinarse a los bancos que controlaban las hipotecas y sus ejecuciones de embargo.
La nueva entidad pública, la HOLC, tenía como objetivo el refinanciar las hipotecas de las viviendas que se encontraban en mora para evitar la ejecución hipotecaria. ¿Cómo se hizo esa operación? Mediante la venta de bonos a los bancos a cambio de las hipotecas de vivienda.
Una vez que la HOLC tenía en sus manos las hipotecas en mora las refinanciaba a largo plazo, entre 20 y 25 años, y ajustaba el tipo de interés en función de la capacidad de devolución de cada uno de los afectados. Así, las cuotas que se pagan eran mucho más bajas y estaban al alcance de una gran mayoría de endeudados.
Con esta decisión política, más de un millón de personas que se enfrentan a la pérdida de sus hogares, salvaron su propiedad. En 1951 cuando la HOLC cesó su actividad y vendió sus activos a los bancos, todavía arrojó un cierto beneficio.
En el crack de 1929, el auxilio a los deudores de hipotecas fue la medicina para salir de la gravísima crisis en la que se encontraban inmersos y poder remontar el vuelo. Es cierto que muchos de los bancos quebraron, pero el país salió adelante y todos los historiadores y economistas coinciden en asegurar que la decisión del presidente Roosevelt fue la acertada.
Ahí tenemos un espejo donde mirarnos, y quizás, la creación de una entidad que tenga el mismo espíritu que la HOLC, pueda ayudarnos a salir de la situación actual, dejando a menos gente abandonada a su suerte. Como dije anteriormente, es cuestión de repasar la historia y aprender de ella.
18/12/2012
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