Odiado y amado a partes iguales, es indiscutible que se marcha el último revolucionario del Siglo XX y un actor principal de la Guerra Fría.
Con su fallecimiento se cierra el libro de la historia del pasado siglo y se abre un nuevo tiempo político, social y económico en Cuba. Un nuevo tiempo en el que se vivirán cambios graduales. El futuro de Cuba deben decidirlo las y los cubanos. Solo a ellas y ellos les pertenece su propio futuro, sin sufrir presiones ni ingerencias externas. Eso espero.
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