Un año ha pasado desde la desaparición física de Hugo Chávez y aún es imposible aceptarlo. Aquel fatídico cinco de marzo de 2013 algo se fue con él. Su voz era un constante en la Venezuela revolucionaria, sus lecturas y enseñanzas una escuela en desarrollo permanente.Hombre humilde de alma noble, Chávez tenía la valentía de guerreros y el pulso de patria en su corazón. Desafiaba a los más poderosos e imponentes intereses, con serenidad y convicción, cambió Venezuela y toda Latinoamérica.
Chávez impactó al mundo, dejando su huella en luchas y sueños por la justicia social desde el norte hasta el sur. Su legado es transcontinental, sin fronteras. “Chávez” se traduce a todos idiomas como el símbolo de la dignidad. Él representaba los sueños de tantas luchas, tantos compromisos a la humanidad, y demostró, contundentemente, que otro mundo sí era posible.
De todas partes del planeta, corría gente para verlo de cerca. Solo esperaban escuchar sus palabras llenas de esperanza, sencillas y a la vez llenas de una íntima profundidad. Chávez respiraba amor, y millones de personas lo recibían con los brazos abiertos. Washington lo llamaba un “sabio competidor”, y viniendo del gobierno estadounidense, eso era no solamente un cumplido, sino demostraba lo grande que era Chávez. Ni el imperio lo podía controlar.
Un año después de su fallecimiento, Venezuela le recuerda y le necesita más que nunca como el gran líder que supo llevar a su país por el camino de la honradez, la dignidad y el respeto. El legado de Chávez hoy vive y crece más allá de la Revolución Bolivariana y sus extraordinarios logros. Su voz está presente en cada grito por la libertad, su mirada está presente en los ojos de los valientes jóvenes que se enfrentan a grandes potencias económicas y políticas para reclamar su lugar en el mundo y su compromiso, en el corazón de los millones de personas en todo el mundo que defienden un mundo más justo y solidario.
05/03/14
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