No nos engañemos, se aproximan tiempos muy difíciles. Pero todavía podemos ayudar a salvar el comercio local si volvemos a apostar por el consumo de cercanía.
Volvemos atrás. Las restricciones impuestas por el Gobierno de Canarias ante el avance galopante del Covid-19 en Canarias, por culpa de algunos, ha hecho que en Gran Canaria nos pasen de nuevo a fase dos.
Con estas medidas, la campaña de verano ya se da por perdida en el sector del turismo. Muchas personas, entre ellas paisanos de nuestro municipio, que tenía las esperanzas puestas en la recuperación del turismo, han visto su esperanza truncada. No nos engañemos, se aproximan tiempos muy difíciles. Pero todavía podemos ayudar a salvar el comercio local si volvemos a apostar por el consumo de cercanía.
Las tiendas de barrio, nuestras aliadas.
El comercio de proximidad, es decir, las pequeñas carnicerías, pescaderías, panaderías o fruterías que normalmente no forman parte de una cadena de supermercados, han sido para muchos la alternativa en estos momentos, frente a las colas en los grandes supermercados.
Algunas de estas tiendas de barrio han fortalecido su servicio de entrega a domicilio, algo muy apreciado especialmente por las personas mayores que tienen más dificultades para comprar online, pero que están acostumbradas a llamar por teléfono y hacer su pedido a sus tenderos de confianza.
Según diversos estudios, el dinero que se gasta en el pequeño comercio revierte hasta tres veces más en la comunidad que el gastado en una gran superficie. Esto se debe al efecto económico multiplicador local, por el que comprar local crea más riqueza y genera más trabajos en nuestras comunidades.
Los consumidores quieren un tejido comercial rico y variado: con nuestro consumo podemos contribuir a sostener la tienda de barrio.
La producción local, imprescindible.
Para garantizar el suministro de alimentos y otros bienes básicos no basta con tener comercio de proximidad, es necesario contar también con una producción local fuerte: ganaderos, agricultores y pescadores que puedan sacar a flote sus negocios y no pierdan la cosecha por falta de mano de obra o de dificultades para vender sus productos en las cadenas de supermercados. No nos olvidemos de ellos.
Compra directa al productor, una alternativa.
Hay también muchas posibilidades de venta directa del productor al consumidor, que en estos tiempos de coronavirus cobran nuevas fuerzas. Las redes sociales se llenan de anuncios de productores que, online, pueden hacernos llegar a casa sus productos. Quizás es buen momento de comprarle las papas recién cogidas a nuestro vecino. Nos lo agradecerá y, juntos, contribuiremos a ir haciendo pueblo.
El retroceso a la fase dos en nuestra isla, y por ende en nuestro municipio, es un duro golpe económico para nuestros paisanos, pero podemos convertirlo en una nueva oportunidad para salir adelante. Depende exclusivamente de nosotros.