Ahora que acaba el año, es el momento de hacer balance y reflexionar sobre el fatídico 2012 que por fin se marcha. Y lo hace como llegó, siendo muy duro e implacable. Se marcha un año que a todas y todos nos ha arrancado la inocencia, la ilusión y la alegría.A algunos por acción directa y a otros por ver como muchas personas que están a nuestro alrededor, han sido golpeadas sin piedad, una y otra vez por la injusticia de un sistema que juega con las cartas marcadas.
2012 ha sido un año de cambios y de transición en el que hemos tenido aprender a vivir y a entender todo aquello que nos rodea, de una manera más humilde y aceptando nuestras limitaciones. Hemos tenido que soportar, a base de lágrimas, rabia y dolor, como el mundo cambia a nuestro alrededor, y no precisamente para mejor.
Ha sido un año en el que hemos tenido que asimilar, tragando saliva, que somos una generación que va a vivir peor que la de sus padres, y que todo el esfuerzo realizado a lo largo de los años, no va a impedir que seamos una generación perdida y eso, nos cabrea mucho. En definitiva, ha sido el año que nos cambió la vida.
Sin embargo, no todo es negativo. Este año 2012, nos ha enseñado a ser más exigentes, a no callarnos y a reivindicar aquello que nos pertenece por derecho adquirido. El año 2012 nos ha enseñado a que las cosas no tienen por qué hacerse siempre de la misma manera por las mismas personas.
Nos ha enseñado a que tenemos que pelear día a día para que el bienestar que nos rodea, que fue una utopía para nuestros abuelos, siga siendo una realidad para nosotros y no se convierta en un recuerdo para nuestros hijos.
El año 2012, nos ha enseñado a anteponer los valores humanos y a recuperar el espíritu de igualdad, solidaridad y fraternidad que nuestros padres habían guardado en un cajón, ante un sistema que nos había acomodado. Nos ha enseñado a que, con el poder de las ideas podemos cambiar las cosas y nos ha enseñado a estar unidos y ser constantes en la defensa del futuro que queremos.
Acaba un año de transición en el que nos hemos vuelto más fuertes como personas y como sociedad. Un año en el que hemos madurado asimilando todo lo que nos rodea. Hemos abierto los ojos y nos hemos dado cuenta de que nada es eterno y que tenemos que hacer algo y hacerlo ¡ya!
Uno es optimista por naturaleza y estoy convencido que el año 2013 va a ser nuestro año. El año de las personas en particular y de la sociedad en general. El año en el que vamos a decir muchas cosas, y las vamos a decir alto y claro. El 2013 va ser el año que nos levantaremos del suelo, nos sacudiremos el polvo y con los puños cerrados, la rabia contenida y lágrimas en los ojos, vamos a empezar a cambiar las cosas.
En el año que está a punto de llegar, vamos a recuperar nuestro orgullo y dignidad y estoy seguro que el 2013 será el año de referencia para nuestras hijas e hijos cuando, con satisfacción, hablen de lo que conseguimos y por lo que peleamos. En nuestras manos está cambiar la historia. ¡Podemos hacerlo! y ¡vamos a hacerlo!
30/12/2012
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